Fougasse. Un pan de diseño

Lo malo de hacer pan en casa o lo bueno según se mire, es que uno rápidamente se cansa de hacer pan de molde, barras de pan o pan redondo de pueblo. En cuanto repites una receta un par de veces  y te sale medianamente decente, ya estás deseando probar algo nuevo y es lo que tocaba hoy, una Fougasse.

La fougasse es un pan típico de la Provenza (Francia) que destaca sobre todo por su característica forma, que no deja indiferente a nadie. Suele ser de masa blanca pero con añadidos de queso,  aceitunas, anchoas y otros ingredientes similares. Como en todo, variaciones hay muchas y para todos los gustos. Es un pan de corteza crujiente y miga suave, que incita a ser comido y a que le arranques un trozo, como suele ocurrir con las trenzas. Por algo es la portada del libro 'Panes' de Richard Bertinet.

El diseño que yo he hecho no es el 'oficial' pues he hecho los cortes centrados en forma de estrella, pero así quedan trozos más uniformes y me resultaba más práctico a la hora de partirlo, pues queda una porción más o menos individual y puedes libremente darle un trozo a cada persona, sin necesidad de usar un cuchillo. Es casi como una porción de pizza.

En mi caso lo único que quería probar era el acabado estético y no tanto repetir al pie de la letra la receta de una fougasse, así que me he sentido libre de mezclar unas cuantas harinas, un poco de aceite y poco más. Por si os interesa, esto es lo que he incorporado:

• 200 gr. harina de fuerza del Mercadona
• 150 gr. harina normal del Mercadona
• 100 gr. harina ecológica integral de El Amasadero
• 50 gr. harina integral de centeno, también de El Amasadero
• 260 ml. agua tibia
• 40 ml. de aceite de oliva
• 10 gr. de sal
• 8 gr. de levadura seca de panadero

Es cierto que le he echado el equivalente a un bloque de 25 gr. de levadura prensada y que seguro que muchos consideráis esa cantidad elevada, pero en este caso no disponía de demasiado tiempo para dejar levar tranquilamente la masa, así que le he metido un poco 'el turbo'. Aunque el porcentaje de harina integral que llevaba y el añadido del aceite necesitaban de por sí un poquito de ayuda, que no le ha venido mal.

Como casi siempre, he echado mano de la panificadora para que hiciera el trabajo del amasado. Si no tenéis una no tendréis problema con el amasado a mano pues con estos ingrediente se consigue una masa manejable y sedosa que no os presentará problemas.

 

Una vez finalice el primer levado, desgasificamos y extendemos la masa sobre la mesa hasta dejarla más o menos del grosor de un centímetro. Un truco para que salga perfecta es apoyar un rodillo sobre unos listones de madera de un centímetro. Tendremos la masa extendida como si fuera una pizza.

Hecho esto procedemos a dar los cortes característicos de este pan. Podemos usar para ello una rasqueta, un cortante o cualquier utensilio similar.

Como dije antes, yo le marqué un dibujo algo diferente al de una fougasse clásica. Vosotros haced el diseño que más os guste.

Trasladamos la masa a un papel de horno para que luego nos resulte más fácil introducirla en el horno y separamos a conciencia los cortes para que no se cierren al volver a levar.

Dejamos levar por segunda vez unos 45 minutos o hasta que doble su tamaño.

Horneamos a 210 grados durante 35 minutos o hasta que tome un ligero color tostado. Una vez horneado debe sonar a hueco al golpearlo con los dedos. Si no, lo dejamos un poquito más.

Y ya está. Un pan para sorprender a los invitados y por qué no, a uno mismo.