Lacitos de hojaldre con miel

No hay nada peor que recibir una visita inesperada para tomar café y no tener nada que sacarles para acompañar. Hoy os voy a enseñar otra de mis recetas básicas, que al igual que la tarta de queso, es una receta sencilla, rápida y de éxito asegurado. Se trata de los lacitos de hojaldre con miel. Con un paquete de hojaldre, azúcar y miel, tendréis unos fabulosos dulces en menos de 30 minutos.

Seguro que muchos de vosotros habéis hecho en casa palmeritas de hojaldre. Pues esto es básicamente lo mismo pero con otro diseño. Lo único es que antes de hornearlo los bañamos en miel y luego los espolvoreamos con azúcar glas. Pero en esencia es igual de sencillo que hacer palmeritas de hojaldre. A ver si un día os las hago también.

Vamos a usar como es lógico hojaldre refrigerado, comprado en tienda. Si estamos hablando de hacer un postre improvisado y da la casualidad que tenemos hojaldre en la nevera para una empanada o algo similar, podemos aprovecharlo para hacer estos dulces. Y si no es improvisado y vamos a comprarlo, como hice yo, con toda la intención para hacer esta receta, pues también.

Para este tipo de receta resulta mucho más práctico el hojaldre en forma cuadrada, como el del Mercadona y no tanto el que viene redondo para empanadas como el que venden en Carrefour, ya que si es redondo a la hora de cortarlo se desaprovecha mucho o no quedan todos los lacitos iguales. Tenerlo en cuenta y revisar el paquete cuando lo compréis. Personalmente prefiero comprarlo refrigerado, ya que aunque el congelado es un poco más barato, tienes que estar pendiente de que se descongele con antelación y te obliga un poco a hacer justo a una hora concreta. Aunque es cierto que tener un paquete en el congelador te puede sacar de apuros como este.

Lo primero que vamos a hacer es poner el horno a calentar a 200 grados. De esta forma, en cuanto terminemos de preparar los lacitos (10 minutos) ya tendremos el horno preparado o casi a punto.

Cortamos con la ayuda de un cortapizzas la masa de hojaldre del tamaño que tengamos previsto hacer los lacitos. En este caso yo he hecho 20 tiras. Si no tenemos cortapizzas, pues con la punta de un cuchillo afilado también podremos hacerlo, aunque corremos el riesgo de que se nos desgarre un poco la masa. Sobre todo que el cuchillo no sea dentado.

No es necesario que estiremos ni aplanemos previamente la masa con un rodillo (al menos la del Mercadona) y tampoco la pinchéis con un tenedor ni nada de eso, ya que en esta receta nos interesa que el hojaldre suba todo lo posible.

Una vez cortada la masa en tiras le echamos miel por encima y si nos apetece también un poco de azúcar. Echar más o menos de cada cosa según vuestros gustos.

Si queréis podéis echa la miel y el azúcar antes de cortar el hojaldre. Yo me di cuenta tarde. Pero al estar juntas las tiras pude repartir la miel por toda la superficie sin problema. Usad un brocha de cocina para esto.

Como truco, si la miel os resulta algo espesa y pensáis que no se va a repartir bien (sobre todo si no tenéis una brochita a mano), podéis echar la miel en un pequeño cuenco y calentarlo unos instantes en el microondas. Cuando digo instantes va en serio, porque la miel empieza a hervir en un santiamén. Seguro que con la miel más líquida os apañáis mejor para extenderla. En mi caso no fue necesario calentarla.

Llegó la hora de dar rienda suelta a nuestra imaginación. Ir cogiendo las tiras de hojaldre y girándolas como más os guste. Por experiencia, las tiras que más giros tenían fueron las que menos crecieron, por lo que tenerlo en cuenta para vuestros diseños. Más giros, hojaldre más denso (textura similar a una palmera). Menos giros, hojaldre de mayor volumen y por tanto más suave al degustarlo.

Una buena idea podría ser hacer unos cuantos de cada forma y así de paso al tener variedad, quedaremos mucho mejor con nuestros invitados. Os recomiendo que dejéis unos pocos sin girar para así tener algunos con todo su volumen de hojaldre, que seguro llamarán la atención.

Finalmente, como sólo cubrimos de miel una cara del hojaldre, la parte que ahora ha quedado a la vista tras hacer los lacitos también tendremos que cubrirla, por lo que de nuevo con la ayuda de  una brocha pintamos con miel las partes que faltan.

En este caso si que recomiendo que calentéis la miel un instante en el micro para que se licue un poco. Así no tendremos que apretar demasiado con el pincel sobre el volumen del lacito para distribuir la miel por encima.

Si queremos añadir un poco de azúcar espolvoreado por encima, todavía estamos a tiempo. Se quedará adherido a la miel sin problemas.

Lo metemos al horno a 200 grados y lo dejamos así unos 10 minutos (sin ventilador).

Pasado ese tiempo, cuando comprobemos que el hojaldre ha subido ya, si todavía no está dorado podemos encender el ventilador del horno. Tened cuidado, porque con la miel se os tostarán en cuestión de un par de minutos. Si no lo controláis os quedaréis sin ellos.

No recomiendo poner el ventilador desde el principio porque con la miel se os dorarán enseguida estando todavía algo crudotes por dentro. Para darle el toque de tostado final, si no tenéis ventilador siempre podréis subirlo un nivel más arriba del horno y acercarlo al grill. Por cierto, la bandeja la puse una fila más abajo del medio del horno.

Y ya está, 10 minutos de preparación y otros tantos de horno. Ya sólo nos queda decorarlo. Más fácil imposible.

En mi caso, como os dije antes, se me olvidó echar azúcar con la miel, así que recién sacados les puse un poco por encima con la idea de que con el calor se les quedara pegada y se derritiera un poco. Así fue. Esto en vuestro caso no tendréis que hacerlo.

Para el acabado final, un poco de azúcar en polvo por encima y listo. 

No los dejéis enfriar. Tibios están riquísimos. Si los sacáis del horno cuando lleguen los invitados estarán en su momento justo.

Como alternativa, podéis bañarlos al sacarlos en algún almíbar o en la misma miel licuada y algo rebajada y luego cubrirlos con el azúcar para que no estén pringosos. Este acabado sería muy similar a los lacitos de bollería industrial que suelen vender en los supermercados.